Reflejo de lo mismo

Que esto no es una democracia está bastante claro, y quizá es mejor que así sea. Sí, podemos votar cuando el gobierno lo decide, como en Cuba, USA o Afganistán. Pero hay que reconocer que los gobiernos están tan al servicio de entidades, instituciones y personas que no son “el pueblo”, que insistir en que es el pueblo el que pone y quita gobiernos -cuando lo hace- es, como poco, erróneo.
Si las cúpulas de los partidos políticos fueran lugares de más transparencia en su funcionamiento e intereses; si los partidos políticos gestionaran sus recursos económicos con luz y taquígrafos, dando ejemplo; si el interés general estuviera bien definido, fuera comprensible a la mayoría de la población, y los políticos de uno y otro bando se dedicaran -como dicen que hacen- a defenderlo con uñas y dientes…
Pero no es así.
Los partidos políticos se mueven a golpe de sondeo, lo cual deja en muchas ocasiones las decisiones que se adoptan sobre mil y un asuntos en las manos de quienes elaboran esos sondeos: empresas privadas (¡y qué decir de los oligopolios de la comunicación de masas!)
Pero es que, para empezar, su propia gestión económica es oscura. ¿Cómo van a exigir transparencia a empresas privadas?; ¿Qué juez se va a poner a investigar el movimiento de capitales en España? Si ni siquiera está claro que haya voluntad política de evitar que se sigan reproduciendo los delitos que afloran solos entre la mugre.
El interés general: ¿qué es eso?. Nadie está interesado en definir qué es eso del interés general. Mayormente, porque lo que sí está claro es el interés particular: forrarse el riñón a toda costa. Si para ello es necesario cargarse el patrimonio natural heredado pues, 50 campos de golf, con un par…
Ahora dicen algunos que el voto electrónico será mejor, y otros que será peor… El principal problema no son las herramientas con las que vamos a construir el edificio. Ni siquiera el edificio es el problema. El principal problema es que la mayoría de la gente cree que vive en un bonito chalet democrático, cuando la realidad es que vive en un quinto piso, sin ventanas, con una puerta estrecha vigilada… Es el pensamiento, la idea, el lenguaje, lo que es un problema.
Si yo dijera: me gusta la luz cruda, frita y asada, pero cocida no. ¿Alguien entendería de qué hablo? Más bien no.
Pues algo parecido sucede al encarar los problemas sociales que nos rodean: tenemos que definir el objetivo, de qué “luz” estamos hablando si queremos entendernos, si queremos tener claro hacia que luz, o qué pimiento, caminar.
¿No sería más fácil admitir que esto no es una democracia?; ¿que para que esto lo fuera habríamos de participar más en política?; ¿interesarnos por lo que sucede fuera de nuestras fronteras, dejándonos de mirar el ombligo?
¿No sería mejor aceptar que esto es una oligarquía heredada y a ratos una aristocracia– al estilo platónico?
Si quisiéramos democracia, ¿no sería entonces mejor, más eficaz, exigírsela a los aristócratas que nos gobernaran -de los oligarcas podemos olvidarnos-?
A mí sí me parece razonable exigir el voto electrónico porque, la verdad, esto no es una democracia. Esto es un sistema oligárquico, con visos aristocráticos de vez en cuando, como ya he dicho. El pueblo contribuye a que el sistema económico y cultural se mantenga, lo que no es moco de pavo si pensamos en que todo podría ser peor. Pero la democracia, rústica o electrónica, es o debería ser otra cosa.
En un futuro, espero que no muy lejano, sería posible y deseable la democracia. Ahora no. Ahora me conformaría con estar gobernado mejor por auténticos aristócratas de la política que por simples oligarcas y demagogos.
El problema al que la izquierda se enfrenta es que si utilizamos un discurso de apertura democrática y asamblearismo al conjunto de la población, nos encontramos con que no entienden o no quieren entender de qué va la cosa: no hay tiempo para pararse a hablar de estas cosas, ocupados como estamos en vivir y comprar. Y entonces solo quedan tres opciones:
1)La opción ilustrada solo al alcance de unos pocos que leen.
2) Moderar el discurso para que la mayoría nos entienda -y nos vote- desvirtuándolo.
3) Dirigir el discurso, o mejor, la acción, hacia esos grupos de presión que nos gobiernan, en un lenguaje que puedan entender.
Creo que ese lenguaje empezó siendo adoquinado y ahora es más html, por suerte.