El pasado sábado volamos a Londres con Ryanair y volvimos el miércoles, en uno de esos llamados “vuelos baratos”. Volvimos sí, pero no con Ryanair, si no con Easyjet, y no salió barato. Ryanair nos robó el vuelo de manera descarada y tuvimos que volver a pagar el billete de vuelta.
Llegamos con el tiempo justo al aeropuerto de Stanted, para facturar las maletas y subir al avión. Cuál no fue nuestra sorpresa al constatar que el “Check in” de las maletas estaba cerrado. Pedimos explicaciones y nos remitieron al servicio de atención al cliente donde una inglesa veinteañera nos vaciló de mala manera, diciéndonos tres excusas diferentes para no dejarnos embarcar: 1) que no habíamos llamado por teléfono para confirmar la hora de embarque (nosotros teníamos la hora de embarque en la hoja de embarque impresa y habíamos llegado a tiempo, muy justo, pero a tiempo); 2) la hora de embarque se había cerrado 10 minutos antes de nosotros llegar al mostrador (¡vaya pordiós, que casualidad!) sin que nadie nos avisara; 3) el avión ya se había ido (mentira, podíamos verlo todavía en pantalla, y sabíamos que le quedaba media hora para salir para España). Fue un robo en toda regla. No tuvimos tiempo ni siquiera de reclamar, pues el vuelo que nos quedaba salía en un hora.
Nos quedamos con dos palmos de narices, un mosqueo de cojones, y la firme promesa de no volver a volar con Ryanair en nuestra puñetera vida. Y servidor lo piensa cumplir.